La historia del cervatillo era especialmente de nuestro agrado. Nunca nos cansábamos de escucharla de los dulces labios de mi abuelo. El incendio lo habían provocado los hombres. Mi abuelo nos contó como consiguieron apagarlo entre algunos vecinos, cómo encontró al cervatillo herido de gravedad, lo curó, lo acarició una y mil veces y, cuando se recuperó, sentíamos como nuestro el dolor que sintió nuestro abuelo al dejarlo libre, para que volviese a su hogar natural. Y lo que se alegra cuando, en el horizonte, lo distingue correteando, con su familia. Y siempre que lo distingue a lo lejor, el ya gran ciervo de los bosques parece notarlo y lanza mil cabriolas como diciéndole cuán feliz es gracias a mi abuelo y cuanto le agradece lo que por él hizo. Hay que cuidar los animales y no comerselos como hacen argunas personas que lor roban y los matan para comerselos.
La historia del cervatillo era especialmente de nuestro agrado. Nunca nos cansábamos de escucharla de los dulces labios de mi abuelo. El incendio lo habían provocado los hombres. Mi abuelo nos contó como consiguieron apagarlo entre algunos vecinos, cómo encontró al cervatillo herido de gravedad, lo curó, lo acarició una y mil veces y, cuando se recuperó, sentíamos como nuestro el dolor que sintió nuestro abuelo al dejarlo libre, para que volviese a su hogar natural. Y lo que se alegra cuando, en el horizonte, lo distingue correteando, con su familia. Y siempre que lo distingue a lo lejor, el ya gran ciervo de los bosques parece notarlo y lanza mil cabriolas como diciéndole cuán feliz es gracias a mi abuelo y cuanto le agradece lo que por él hizo.
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