dilluns, 22 de febrer del 2010

8 De marzo día de la mujer.



Reivindicación metafísica de la mujer
Delia Steinberg Guzmán


Desde hace ya varios años se viene celebrando el "Día Internacional de la Mujer Trabajadora", fecha que se aprovechó para resaltar no sólo su capacidad e inteligencia en el trabajo, sino para exponer una amplia gama de reivindicaciones feministas que van desde lo político a lo sexual. En este sentido, se continúa con la tónica que desde hace un par de siglos sacude a Europa y a Occidente en general: revalorizar el papel de la mujer en la sociedad, otorgarle un sitio fijo y reconocido por las leyes, liberarla de las múltiples tiranías que la subyugaron durante tanto tiempo.

Como mujer - y como autora de este artículo - no pretendo sumarme a esta corriente, y no porque la considere injusta. Simplemente quiero repasar las raíces de este movimiento feminista, descubrir verdades y mentiras al respecto, y destacar que, a mi entender, estas reivindicaciones no siguen un camino acertado. En todo caso, el feminismo tal y como ahora se entiende, conseguirá unas mujeres artificiosas, cada vez más parecidas a los hombres, pero cada vez menos identificadas con su verdadera misión.

El feminismo actual es más bien un antimachismo, reacción lógica ante determinadas exageraciones de la Historia; pero no intenta rescatar los valores auténticamente femeninos, sino poner a la mujer en condiciones de ocupar los mismos puestos que el hombre, a veces es cierto que para llenar vacíos (que ya es otro tema), si bien en general es a causa de un revanchismo que logrará calmar los nervios aunque no consiga restituir el equilibrio social. En lugar de comenzar la obra por el espíritu, para terminar rematando la forma, hoy se trabaja exclusivamente con formas sin contenido, variables y transformables como nos lo enseña la Historia en abundancia. Y más allá de estas reivindicaciones político-sociales que desembocan ya en lo grosero, ¿qué caracteriza a la mujer?

De ahí este intento de encontrar sus fundamentos metafísicos, y desde allí, volver la vista a la vida cotidiana en busca de mejoras. Hace mucho -demasiado- que no se clama por el reino espiritual de la mujer, y sin esa fuerza, creo insostenibles todas las otras conquistas y peticiones. Enfocaremos este análisis desde dos puntos de vista: histórico y esotérico; el uno para recordar el papel concedido a la mujer a través del tiempo y las culturas, y el otro para recoger la sabiduría tradicional sobre la cuestión.

UN POCO DE TRADICION ESOTERICA

Cuentan los antiguos tratados de Sabiduría, que hace millones de años atrás no existían hombres ni mujeres diferenciados; sólo hermafroditas poblaban la faz de la Tierra. Pero cuando la marcha evolutiva así lo impuso, se dividieron los sexos en oposición y complemento constante, en busca de la unidad perdida, para poder llegar, en un futuro lejanísimo, a una reunificación andrógina, no por suma, sino por superación de la dualidad.

Todos los pueblos de la antigüedad registraron en sus símbolos filosóficos y religiosos este hecho natural, y a partir del Uno Universal sin polaridades, vemos aparecer parejas primordiales que representan lo masculino y lo femenino con características propias y comunes: propias como efecto de la división, comunes por proceder de la misma raíz.

En líneas generales, la mujer fue el símbolo de la Materia-Madre-Mar, y el hombre lo fue del Espíritu-Padre-Fuego. Pero eso no impidió que existieran diosas del Fuego o dioses de las Aguas, entendiendo que uno y otro elemento, son parte de una Unidad Primera que los contiene y justifica.

Si abordamos las modalidades masculino-femenina con más detalle, en atención a la constitución septenaria de los humanos, viene a resultar que cada plano o cuerpo tiene una polaridad propia - positivo/activa o negativo/receptiva - según se trate del hombre o de la mujer.
Podemos verlo en el siguiente cuadro:

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